Sexualidad en mujeres con autismo

Descripción de la publicación.

AUTISMO FEMENINOTEA

9/21/20253 min read

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1. Introducción

La sexualidad es una dimensión central de la vida humana, que engloba identidad, deseo, intimidad, placer, vínculos y reproducción. En las mujeres con autismo, la vivencia de la sexualidad suele estar atravesada por barreras sociales, estereotipos de género y dificultades de comunicación, lo que genera riesgos de vulnerabilidad pero también oportunidades de acompañamiento y empoderamiento.

2. Doble invisibilidad: género y autismo
  • El diagnóstico de autismo en mujeres suele retrasarse, en parte por los estereotipos de género y los patrones de enmascaramiento (“camouflaging”).

  • Esto impacta en la sexualidad: muchas mujeres desarrollan comportamientos adaptativos para encajar, que incluyen “actuar” roles de género sin necesariamente comprenderlos ni sentirse cómodas.

  • La invisibilidad clínica y social dificulta que reciban educación sexual ajustada a sus necesidades, aumentando su exposición a riesgos.

3. Educación sexual y acceso a la información
  • Muchas mujeres con autismo reciben educación sexual insuficiente, limitada o demasiado generalista, sin adaptación a sus estilos de aprendizaje.

  • Temas como consentimiento, intimidad, autocuidado, prevención de abusos, identidad de género y orientación sexual no siempre son abordados de forma explícita.

  • Esto puede llevar a confusiones sobre límites, roles de pareja, y a un desarrollo desigual entre deseo sexual y habilidades relacionales.

4. Identidad y orientación sexual
  • Estudios recientes muestran una mayor diversidad sexual y de género en mujeres con autismo que en la población neurotípica.

  • Es frecuente que se identifiquen como bisexuales, pansexuales o que exploren identidades no binarias.

  • La rigidez social en torno al género femenino puede generar conflicto entre la vivencia interna y las expectativas externas.

5. Riesgos y vulnerabilidades
  • Mayor riesgo de abuso sexual: la dificultad para interpretar intenciones, las carencias en educación sexual y el deseo de aceptación pueden hacerlas blanco de agresores.

  • Relaciones de desigualdad: algunas mujeres con TEA entran en vínculos donde se normalizan dinámicas de control o violencia.

  • Problemas de autocuidado: desde la higiene íntima hasta la búsqueda de servicios de salud sexual, muchas refieren barreras comunicativas con profesionales sanitarios.

  • Estigmatización de la hipersexualidad o hiposexualidad: se juzga a las mujeres con autismo por no ajustarse a lo “esperado” del rol femenino (ej. demasiado retraídas o demasiado expresivas).

6. Fortalezas y potencialidades
  • Muchas mujeres con autismo muestran gran honestidad y autenticidad en sus vínculos, lo que favorece relaciones profundas y menos sujetas a estereotipos.

  • La exploración de la sexualidad, cuando está acompañada, puede ser una fuente de autoafirmación y empoderamiento.

  • Al recibir apoyo adecuado, logran desarrollar relaciones satisfactorias, estables y consensuadas, con mayor conciencia de límites y derechos.

7. Intervención psicoeducativa y terapéutica
  • Educación sexual adaptada: clara, visual, con ejemplos prácticos, abordando consentimiento, emociones y señales sociales.

  • Entrenamiento en habilidades sociales y asertividad: aprender a decir no, establecer límites, pedir ayuda.

  • Atención en salud sexual con perspectiva neurofeminista: profesionales formados en autismo y género, que ofrezcan espacios sin juicio.

  • Terapia sexual y de pareja: en mujeres adultas, puede ayudar a abordar dificultades de deseo, comunicación erótica y exploración corporal.

  • Redes de apoyo y grupos de mujeres autistas: compartir experiencias favorece la autoestima y la autonomía.

8. Perspectiva interseccional
  • No todas las mujeres con autismo viven la sexualidad igual: la clase social, la cultura, la religión, la orientación sexual y la discapacidad asociada son factores determinantes.

  • La investigación debe reconocer esta diversidad y no homogenizar las experiencias.

9. Conclusión

La sexualidad en mujeres con autismo es un territorio poco visibilizado, atravesado por riesgos pero también por enormes posibilidades de disfrute y empoderamiento.
Para acompañarlas de forma adecuada es fundamental:

  • ofrecer educación sexual adaptada,

  • proteger sus derechos,

  • fomentar la autonomía,

  • y trabajar desde una mirada neurofeminista e interseccional, que reconozca la pluralidad de identidades y experiencias.